Para algunos, el azul representa el mar y el cielo. Para otros, es símbolo de tristeza, «feeling blue«. Antaño fue el pigmento más codiciado y costoso del mundo, pero siglos después se utilizó para teñir los uniformes de los obreros. Sigue leyendo para explorar el viaje de numerosos contrastes con el azul.

COMIENZOS SINGULARES

El azul llegó tarde a la rueda de colores. Los antiguos griegos y romanos no tenían una palabra para este color y ambas civilizaciones lo omitieron por completo del arco iris. El razonamiento científico al respecto está dividido: algunas teorías sostienen que los primeros humanos eran daltónicos con el azul; otras especulan que simplemente no era un pigmento comúnmente disponible que pudiera extraerse de los minerales naturales de la tierra para producir arte. Sin embargo, hay algo en lo que todos están de acuerdo: el azul decorativo y su reconocimiento como color comenzaron con la rara piedra semipreciosa lapislázuli.

James St. John, CC BY 2.0

El lapislázuli se obtuvo por primera vez en Afganistán, donde ya se utilizaba como pigmento hacia el 650 d.C. en los templos budistas de Bamiyán. Los egipcios se enamoraron de su vibrante color. Debido a su rareza y a su elevado coste, más tarde imitaron la piedra combinando arena y minerales de cobre en un horno caliente para crear el primer pigmento azul sintético, un azul más asequible que podía utilizarse en artes decorativas. Conocido hoy como azul egipcio, originalmente recibió el nombre de hsbd-iryt, «lapislázuli artificial«.

REALEZA Y RELIGIÓN

Los egipcios reservaban la piedra preciosa lapislázuli puro exclusivamente para la realeza. En la tumba de Tutankamón se descubrieron colgantes de lapislázuli en forma de escarabajo, y el icónico maquillaje azul de los ojos de Cleopatra se hacía moliendo la piedra hasta convertirla en polvo. Más tarde, el lapislázuli pasó a llamarse ultramarino o «más allá del mar», cuando se importó a Europa durante los siglos XIV y XV, donde se convertiría en el color más codiciado de Europa. Llegó a costar más que el oro. Siglos más tarde, en la década de 1880, el azul real se estableció en Inglaterra como parte de un concurso para confeccionar un vestido para la reina Carlota, y el color puede verse hoy en día en la bandera Union Jack.

Giovanni Battista Salvi da Sassoferrato

En un sentido igualmente devocional, el azul pasó a representar la figura de la Virgen María cuando la Iglesia católica codificó por colores las vestiduras de varios santos en el año 431 d.C., y a María se le asignó una túnica azul. Puede que se inspirara en el color que solían llevar las emperatrices bizantinas de la época, pero también representaba todo lo celestial y divino. María era también una figura de autoridad y maternidad, y en esto ilustraba la verdad y la paz, por lo que el azul se convirtió en símbolo de estas virtudes. La representación de María durante el Renacimiento tuvo un coste, ya que los artistas tenían conflictos económicos a la hora de utilizar el costoso azul ultramarino intenso que caracterizaba muchas pinturas de la época. Sólo se utilizaba en obras de arte significativas, como la Virgen Orante de Sassoferrato (hacia 1660), y siguió siendo un privilegio hasta que se inventó una versión sintética en el siglo XIX.

MAR Y CIELO

A lo largo de los siglos, los artistas han tratado de ilustrar la fascinación humana por los elementos, desde las olas del océano hasta los vastos cielos. En el siglo XVIII, las paletas de colores más populares incluían el celeste cerúleo y el azul de Prusia. Este último fue utilizado por los pintores y xilógrafos japoneses, que no tenían acceso a un pigmento azul duradero hasta que empezaron a importarlo de Europa. Katsushika Hokusai utilizó el azul de Prusia para crear su obra más ilustre, La gran ola de Kanagawa (1829-33), y otros grabados de su serie del monte Fuji. En el siglo XX, las obras de David Hockney de los años sesenta y setenta representan las seductoras piscinas azules de su casa de Hollywood Hills, California, jugando con salpicaduras, ondulaciones y luz. Decía: «Cada vez que salía de Inglaterra, los colores se intensificaban en los cuadros. California siempre me afectó con el color. Debido a la luz se ve más…«.

La gran ola de Kanagawa – Katsushika Hokusai

Los artistas también han intentado capturar un momento en los cambiantes tonos azules del cielo. En la emblemática obra maestra de Van Gogh de 1889, La noche estrellada, se utilizaron óleos cobalto y azul ultramar para representar un etéreo cielo nocturno en remolino salpicado de brillantes estrellas. Y entre las interpretaciones abstractas en acuarela que Georgia O’Keeffe hizo de los vastos paisajes del sur de Estados Unidos se encuentra el floreciente amanecer añil y amarillo de su serie Light Coming on the Plains, de 1917; la artista pintaba a menudo durante la noche para conseguir un cielo perfecto.

FEELING BLUE

Aunque nadie se pone de acuerdo sobre el origen de la expresión «feeling blue» (sentirse triste), figura en los diccionarios desde el siglo XVIII, cuando apareció en A Classical Dictionary of the Vulgar Tongue (Diccionario clásico de la lengua vulgar) con la siguiente descripción: «Parecer triste; estar confundido, aterrorizado o decepcionado». Durante las épocas impresionista y simbolista, los artistas recurrieron al azul para representar la melancolía, la depresión y la pobreza. Edvard Munch retrata su abatimiento por los fracasos amorosos en los inquietantes tonos azules de «Beso junto a la ventana» (1892), y la figura afligida de Paul Cézanne en el acertado título «El dolor está envuelto en azul» (hacia 1867). El más famoso de todos es el Periodo Azul de Picasso (1901-4), una época que marcó su profundo periodo depresivo tras la muerte de su íntimo amigo Carles Casagemas, «Fue pensando en Casagemas como empecé a pintar en azul«. Obras como «El viejo guitarrista» (1903) y «La mujer melancólica» (1902-3) son pinturas monocromáticas en azul y azul verdoso que representan figuras afectadas por la pobreza y el dolor. Estas obras empujaron al artista a la pobreza, ya que los compradores estaban menos interesados en estos temas oscuros y emotivos, y Picasso se retiró aún más de los que le rodeaban durante estos años.

«El beso junto a la ventana» – Edvard Munch – 1892

EL AUGE DEL TEJIDO VAQUERO

La utilización del índigo de origen vegetal para teñir los tejidos se remonta a miles de años atrás en varias naciones sudamericanas y asiáticas, y era un material clave en el comercio de la Ruta de la Seda. En el siglo XIX se creó una versión sintética del índigo y, un siglo más tarde, se utilizó para teñir la tela vaquera. Duraderos, baratos, fáciles de lavar y de ocultar la suciedad, los monos y pantalones vaqueros se convirtieron en un uniforme popular entre los obreros y aquellos puestos de trabajo pesado de todo el mundo, como los mineros. Entró en el reino de la moda cuando, en 1873, el sastre Jacob W. Davis llevó su invención del vaquero al empresario Levi Strauss, y ambos patentaron el artículo bajo la marca Levi Strauss & Co. En los años 50 y 60, los vaqueros fueron popularizados por estrellas de Hollywood como James Dean, y -a medida que la prenda se hacía más aceptable socialmente- se convirtió en lo que es hoy: una de las prendas más usadas para el día a día. Un largo y tortuoso camino desde sus regios comienzos que ilustra hábilmente la versatilidad y adaptabilidad del azul.

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