En este nuevo articulo te traemos un análisis muy interesante sobre el uso del color blanco en el arte contemporáneo.

Es importante tener en cuenta la diferencia entre la asociación simbólica del blanco y el fenómeno físico de percibir la luz blanca en los ojos. Así mismo, es necesario saber que cada cultura otorga un significado diferente al blanco.

En Occidente, el blanco se asocia a la pureza, divinidad, inocencia y paz. Los vestidos de novia y las palomas suelen ser representados en este color. Sin embargo, en Oriente, el blanco se asocia a la muerte, a la tristeza y la mala suerte. Es usualmente usado en funerales, y se cree que los espíritus emiten luz blanca. En oriente próximo, el blanco simboliza ambas cosas: La pureza y el duelo.

Desde el punto de vista de la físico, el blanco captura y refleja toda la luz disponible mejor que cualquier otro color. Un ejemplo de esto sería el uso de las pantallas blancas en los estudios de fotografía para reflejar la luz de los focos y flashes fotográficos en el sujeto u objeto. Las líneas blancas de tráfico en las carretera, o las comunes furgonetas blancas son un ejemplo de ello.

Puesto que en el arte moderno y contemporáneo se venera la subjetividad del artista, no sería correcto encasillar el blanco a un determinado significado universal o cultural.

Sin embargo, dentro de ciertos contextos, momentos, individuos y movimientos artísticos, el color blanco se desvincula de su significado simbólico, y se inscribe dentro del significado fenomenológico.

Fenomenología y Blanco

Malevich fue un pintor y teórico de arte de origen Ucraniano/ Ruso que en 1918 pintó “Blanco sobre blanco”. Sobre un lienzo blanco de 31 x 31 pulgadas plasmó dos blancos claramente diferenciados: Uno frío y otro claro.  El cuadrado pintado del blanco más frío forma un ángulo dentro del cuadrado blanco más cálido creando una composición que parece desafiar la gravedad. La pintura es extendida en capas gruesas mostrando las evidentes marcas de la brocha. Esto es posible porque toda la superficie blanca captura toda la luz ambiente de la habitación. Este giro crea una sombra bajo de cada trazo a la vez que resalta los trazos individuales. Minimizando la paleta únicamente a los blancos, y enfatizando el proceso de pintura a través de las marcas de la brocha, Malevich está creado una pintura “sobre” sí misma. En esta obra de arte suprema, Malevich cambia el foco de arte visual alejándola del mundo objetivo u observable, y acercándolo hacia la no-objetividad y acto de pintar en sí mismo. Según las palabras del propio Malevich, he consigue “La supremacía del sentimiento puro”.

Malevich «Blanco sobre Blanco»

Malevich pasó de ser considerado un radical del nuevo lenguaje artístico a ser visto como un radical del nuevo orden mundial. «Blanco sobre blanco» fue pintado año tras otro después de la revolución Rusa de 1917.

Sin embargo, en 1930 Malevich fue forzado a a abandonar la abstracción no-objetiva, debido a la presión del gobierno de Stanlin, que decretó que el Realismo-Socialismo era el único movimiento artístico legal. La abstracción era para Stanlin una forma de desacuerdo con su régimen político y una expresión decadente del arte.

Este enfoque reduccionista de Malevich fue resucitado 30 años después en Estados Unidos. En concreto, hubo dos artistas: Agnes Martin y Robert Ryman que exploraron y experimentaron el blanco y sus tonalidades para crear obras “auto referenciales” que no están limitadas por la narrativa, simbología o mensajes políticos. Muchas de sus obras carecen de título para reforzar la idea de que sus trabajos se inscriben en el aquí y el ahora, y sobre todo en la luz de la habitación donde se exhiben. Sus obras no son ventanas que muestran una escena ilusoria como marcaba la tradición europea hasta la aparición de Malevich. Tanto las creación de Martin como de Ryman, son predominantemente cuadradas para evitar caer el manido formato paisaje o retrato de la tradición europea. Lo que demuestra que Malevich también fue un pionero en este sentido.

Simbolismo y blanco

Sugimoto nació en Tokyo en 1948, 3 años después del final de la Segunda Guerra Mundial. Estudió política y sociología en la Universidad de Tokyo y luego se marchó a California para estudiar arte. Después de graduarse se mudó a Estados Unidos en 1974.

Su fotografía, Union City Drive, de 1993, es una parte de un extenso portfolio de fotografías similares. Todas ellas están hechas en gran formato con negativo de 8 x 10 pulgadas. Además son en alta definición en blanco y negro.

Técnicamente, Union City Drive es una grabación de 120 minutos que muestra el recorrido de la luz en el ambiente que la rodea. Sugimoto recuerda cómo capturó la luz en una de sus primeras grabaciones: “Tan pronto como la película comenzó, abrí el obturador al máximo, y cuando la grabación terminó, dos horas después, cerré el obturador».

Sugimoto Union City Drive-in

Esta serie de fotografías puede existir solo porque la luz que emana de la película es la misma luz que hay en la escena. En el caso de Union City Drive-In, las vallas, el parking, los metros, las las barandillas, los arbustos, los árboles y el suelo, pueden ser vistos porque la película ilumina lo que hay alrededor. Las lineas blancas del cielo son creadas por el avión que vuela a través de él. El tiempo de exposición de la película está tan largo que la película se sobrexpone y se quema.

La película llega a convertirse en un rectángulo de pura luz, y eso es lo que se imprime y se transforma en una fotografía de 4 x 5 pies. La película, el guión, y el story line son eliminados, ya que el principio, el nudo y el final de la película al final son lo mismo.

Al igual que Malevich, Ryman y Martin, Sugimoto ha conseguido plasmar la pureza de la luz más allá de la narrativa de la película, gracias a un rectángulo blanco en la pantalla.

Otra serie de fotografías proyectadas como películas es “Teatro Abandonado”. Aunque la película es otra vez transformada en pura luz blanca, los títulos de cada fotograma identifican las películas a las que hacen referencia (Rashomon, Blanca Nieves, Eveett, y Mujo entre otras). El hecho de que aparezcan los títulos actúa como un catalizador que activa la memoria visual del espectador que ha visto esas películas.

En una entrevista, Sugimoto muestra que una de las películas que él había proyectado y fotografiado en  “Teatro abandonado” fue Gozilla, en la versión de 1954. Sugimoto afirma que esta película es un símbolo del final de la civilización. Al igual que hoy contemplamos las ruinas del antiguo Egipto, o de las civilizaciones Griegas y Romanas, en el futuro, dentro de miles de años la gente contemplará las ruinas de nuestra civilización “moderna”. “Creo en la belleza de las ruinas” dice Sugimoto. Aunque también se pregunta si la humanidad será capaz de sobrevivir para mirar hacia atrás.

Sugimoto: Portfolio «Teatro abandonado»

Sus fotografías muestran una meditación poética y profunda del paso del tiempo. Para él, los minutos son milenios. En sus series sobre paisajes marítimos, trata de plasmar una vista que el Homo Sapines (nuestros ancestros) debería haber contemplado.

Sugimoto: Fotografia de su portfolio el blanco y el mar.

En este sentido, también tiene obras que se vinculan a la vanidad europea en su estilo de vida, y movimiento del romanticismo. Ambas temáticas son recuerdo de la transitoriedad e incertidumbre de todas las cosas.

Si te ha gustado este artículo sobre el uso del blanco en el arte contemporáneo, también te puede interesar:

Los colores en el punto de mira: El blanco de china

Si te gusta nuestro contenido, no dudes en darte de alta en nuestra newsletter aquí para mantenerte al tanto de nuestras últimas novedades y recibir en exclusiva contenido interesante.