Usar el color negro en pintura y hacerlo bien siempre ha sido una tarea difícil. Es claro que el negro es tanto una fuerza como un color y su historia está conformada por estos dos conceptos interrelacionados. Os dejamos un análisis sobre el negro perileno escribo por el artista británico Simon Willems para The Fine Art Collective.

‘More Than Enough’ óleo y acrílico en lino 2011. Fuente: simonwillems.com

El mantra de Renoir de que «la naturaleza solo conoce el color», a expensas del negro, nos recuerda la singularidad y la naturaleza anómala del negro, incluso si esta afirmación permanece en última instancia equivocada. Solo hay que pensar en el poder del negro en la historia de la pintura, desde Pieter de Hooch hasta Goya y Manet y las obras maestras modernistas de Kasmir Malevich y Ad Reinhardt, para ver realmente cómo su fuerza simbólica está encerrada en su condición de color. Y, sin embargo, el negro no se trata de luz, sino de lo contrario … La ausencia del color. Esto es precisamente lo que propone la tecnología de nanotubos de carbono del Vantablack, un material que se creó en Gran Bretaña en 2014 como la cosa más negra del mundo: logra capturar el 99.965% de la luz en el espectro.

Vantablack. Fuente: Wikipedia

Sin embargo, hay un negro que es muy central en mi práctica desde que lo descubrí por primera vez, y uno que me entusiasma particularmente cada vez que doy talleres de pintura: El negro perileno. Según tengo entendido, el negro perileno sigue siendo un pigmento que aún no he encontrado repetido en otros lugares más allá de Winsor & Newton, y uno que, inusualmente, al ser etiquetado como ‘Negro’ en óelo y ‘Verde’ en acuarela, revela una gran crisis de identidad. Este es el quid de la cuestión: cuando lo comparas con otros negros en el rango, como el negro marfil, negro humo y negro Marte, sin mencionar el negro azul, su verdor aparece en primer plano, lo que socava cualquier caso de que pueda identificarse como negro en primera instancia. Y, sin embargo, al mismo tiempo, a diferencia del Verde de Prusia o el Verde Viridiano, que son quizás esos tonos verdes más fríos a los que más se parece, tampoco parece estar en casa, exponiendo su fuerza como un tono en lugar de un color, y uno que funciona bien detrás de escena, filtrándose e infiltrándose en la paleta en silencio.

La opacidad del negro perileno con blanco demuestra esta destreza tonal con el mejor efecto, proporcionando al pintor un rango neutral para jugar con otros colores: los tonos complementarios son bienvenidos, y a menudo utilizo el rosa de Potter o el marrón perileno en sincronización con el negro perileno como fuerza de armonización. Por supuesto, otra forma de juzgar su función y temperatura es comparándolo con una gama de colores tierra. El Siena tostado, o incluso el Siena natural, así como los dos sombra, determinan el grado y la naturaleza de la frialdad que supone el negro perileno. En ese sentido, donde el turquesa ftalo o incluso el Viridiano se ven más como colores «minerales» en su frialdad cuando se comparan con un sombra tierra, y más en particular por su naturaleza, por lo contrario el negro perileno, carece de esta cualidad entendiéndose más como un “tono” industrial, hecho por el hombre. Pero esto no debe de interpretarse como que el negro perileno es un tono industrial, aunque parece exteriormente «artificial», su naturaleza semitransparente y su profundidad como negro demuestran que no lo es. El negro perileno sigue siendo un enigma simplemente porque resiste que se le etiquete, lo que socava cualquier intento de que su color y fuerza permanezcan constantes.

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